martes, 30 de septiembre de 2008

Mirada triste

Hay días en los que uno, simplemente, levanta la mirada al pasar por la calle, en el bus, hasta en la casa y observa, con cierto detenimiento, cuál es el estado de su medio. Más de una vez el resultado de la observación nos lleva a una reflexión un tanto triste. Esta noche eso fue lo que me ocurrió.

Caminando, luego de despedir a una compañera en el paradero, noté que parada en donde estaba había luz, gente y bastante ruido. Establecimientos abiertos, combis, buses, pistas rotas y en reparación, vendedores ambulantes, avisos llamativos y exagerados, perros sin collar. A un par de cuadras, tiendas cerradas, calles oscuras, casas sucias, grafitis, prostitutas, pocos transeúntes y de miradas esquivas, menos autos, menos ruido. Todo y todos conviviendo, mal que bien, bajo cierto orden desordenado.

En paralelo, a menos de diez cuadras, el paisaje cambia drásticamente. Edificios y casas bonitas, también pistas en reparación, menos bulla, no hay mascotas sin dueño presente, no prostitutas, no avisos escandalosos, no grafitis, vigilantes, menos comerciantes informales. Me sentí un poco mal. Cada grupo vive como puede; sin embargo un medio es, indudablemente, preferible al otro. Es menos hostil; uno se siente más seguro.

Recordé la vida de los lugares pequeños a diferencia de Lima metropolitana, las provincias, y llegué a la conclusión de que cada distrito de Lima es muy similar a estas ciudades o pueblos. De una distribución espacial similar en el sentido de que hay diferencias claras entre zonas de una misma área. Lo mismo pasa con los habitantes y personajes que pueblan esas zonas y áreas. Sencillamente, cada distrito es como un pueblito o ciudad, pero más grande en Lima; y a su vez, Lima es un conjunto de estos distrito-ciudades que son como una ventana para observar asentamientos humanos que encierran comportamientos constantes a pesar de las diferencias estructurales y geográficas.

Me entristeció pensar que siempre ocurre eso, no solo aquí, sino alrededor del mundo. Unos viven en ambientes más agradables que otros. Con mejores oportunidades solo por haber nacido en un lugar determinado. Lo peor, a pesar del tiempo, siempre se repiten las conductas, los roles en la sociedad. Siempre hay ladrones, prostitutas, pobreza, ignorancia, insalubridad y, simultáneamente, lo contrario.

¿En algún momento esto cambiará o más allá de la política y el manejo económico algunos seres humanos “deben” ocupar ciertos espacios que otros no ocuparán para que haya un orden de rango en todo? ¿Es este orden, internamente, egoísta y egocéntrico, y solo contribuye a que las diferencias hagan sentir a unos superiores a otros? Es como un patrón biológico que se encuentra presente en cada asentamiento humano desde hace miles de años. ¿Evolucionaremos instintivamente para buscar un bien común sin discriminar a algunos, sacrificando el ego? Tengo miedo de que no pase nunca.